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La obsesión del déficit ( Análisis)


El déficit es aquella fase económica en la que el estado se encuentra en una situación financiera donde gasta más de lo que ingresa. Actualmente con motivo de la crisis, el déficit presupuestario de los estados, y en lo que nos concierne el español, se ha disparado. Ayer el jefe del ejecutivo, Rodríguez Zapatero, presentó un paquete de medidas de índole social-liberal para paliar el déficit y lograr ese propósito ortodoxo de estabilidad presupuestaria. Dicha medida era la integración en nuestra constitución de un límite de gasto público. Tal proposición tuvo el respaldo de la derecha pura parlamentaria (PNV, CIU, PP). Indistintamente de que dicho ajuste sea dictado o no por la sucesora de Margaret Thatcher (Angela Merkel), constituye un nuevo recorte de carácter social.

Desde una perspectiva económica simple, luchar contra el desequilibrio presupuestario constituye una acción loable, pero la realidad macroeconómica no es tan simple, y de su complejidad emana el error de la pseudociencia neoliberal. Tales “expertos” incurren en que obvian hechos determinantes, como el que si se lograra una situación de déficit cero, debido al desempleo elevado se volvería a tener una balance financiero negativo. ¿Por qué? Porque al haber un índice de paro elevado la demanda interna no avanza, debido a que si no hay demanda las PYMES y las autónomos (receptores de dicha demanda y creadores mayoritarios de empleo) no pueden subsistir y por tanto el desempleo sube, entrando en un peligroso circulo vicioso. Y los ingresos del estado también  disminuyen debido a ese proceso. Por tanto la solución plateada por Keynes es a través del estado, del gasto público , estimular la demanda, mediante por ejemplo una banca pública para proveer de dinero a las Pymes y autónomos, debido a que estas sufren una escasez de crédito por parte de la banca. Por tanto luchar contra el déficit es una batalla contraproducente para salir de la dichosa crisis capitalista. De esto subyace que se ha de buscar soluciones para crear empleo y no para frenar un gasto público, que irónicamente es el motor para que nuestro barco salga a flote.

No obstante, también hay que tener en cuenta que una ley así es un nuevo tiro contra el estado del bienestar, al imposibilitar extenderlo. Además la obsesión por controlar la inversión pública en nuestro estado pretende enterrar la vergonzosa estadística de que somos el país de la UE-15 con menos gasto público, y como consecuencia menos gasto social. Además hay que tener en cuenta que nuestro déficit se ha mantenido durante casi todos los años de nuestra inmadura y deficiente democracia (solo tres años tuvimos superávit) y que tan descomunal déficit no fue provocado por nuestro despilfarrarte estado del bienestar sino por el rescate bancario y por las infames rebajas de impuestos a las rentas altas . De nuevo Zapatero se pone de rodillas delante la voz de los mercados, el tándem neoliberal-conservador encarnado por Sarkozy-Merkel.

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